Abandonada y abandonada como basura, Daisy, una pequeña gatita de alrededor de dos meses, fue encontrada frente a un edificio abandonado lleno de basura. Estaba con sus hermanos, pero todos fueron atropellados por autos y murieron, dejando a Daisy sola en el mundo sin su madre. Era delgada, tenía el pelo enmarañado y estaba demasiado asustada para siquiera moverse. Estaba esperando un milagro, esperando que alguien la ayudara.
Afortunadamente, un hombre la encontró y contactó a alguien que pudo ayudarla. La niña fue rescatada y le pusieron el nombre de Daisy. La prepararon, la trataron contra los parásitos y la revisaron minuciosamente con el veterinario. A pesar de estar desnutrida, Daisy estaba sana y en camino a la recuperación. Fue monitoreada durante los siguientes siete días para asegurarse de que no tuviera ningún virus que no hubiera aparecido en su prueba inicial.
A medida que la salud de Daisy mejoró, su personalidad juguetona y afectuosa comenzó a brillar. Ella era un montón de alegría y le encantaba dar besos y mover la cola. Su salvador se enamoró de ella y supo que no podía dejarla morir. Daisy fue colocada en un hogar amoroso con amantes de los animales que ya tenían uno de los perros de su salvador. Viviría como una princesita y sería adorada por el resto de su vida.
Los adoptantes de Daisy, Mariska Overdorp y Frank Gerards, estaban encantados de darle un hogar permanente en los Países Bajos. A Daisy le encantaba su nuevo hogar, donde la trataban como a la realeza. Siempre estuvo rodeada de amor, comida y toda la atención que merecía. Su salvador agradeció a las personas de buen corazón que donaron para ayudar a Daisy a comenzar de nuevo en la vida.
El viaje de Daisy estuvo lleno de altibajos, pero al final, se le dio una segunda oportunidad en la vida. Su historia sirve como recordatorio de que incluso las criaturas más pequeñas merecen amor, cuidado y una oportunidad de prosperar. Con las personas adecuadas a su lado, pueden ocurrir milagros y vidas pueden cambiar para siempre.
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