La hiena, una carniʋore relativamente extendida en África, desempeña un papel importante en el mantenimiento del equilibrio del ecosistema.
Con una apariencia espantosa, inundadas de frío y lo suficientemente crueles como para comerse a sus propias crías, no es difícil entender por qué las hienas se encuentran entre los animales más odiados de la tierra.
Para muchos, la hiena es uno de los animales hechiceros por excelencia, ya que posee el poder de los demonios y las fuerzas oscuras de la oscuridad. Algunas culturas africanas incluso creen que las brujas pueden transformarse en hienas para dañar a otros.
Sin embargo, teniendo tan mala reputación, no se puede negar el hecho de que las hienas, como muchos otros carniʋores, también necesitan una cantidad adecuada de alimento para sobrevivir en el medio ambiente. entorno natural severo.
Aunque el método de alimentación de la hiena no es muy “correcto”, pero en términos de eficiencia, pocos animales pueden igualarlo.
En África, las hienas manchadas ocupan el segundo lugar en fuerza después de los leones (cuando se encuentran solos). Incluso las hienas a veces “son” leones, cuando son abrumadoras en número.
Afortunadamente, el miedo a una manada de hienas hambrientas cuando cazaban fue captado por el Sr. Matthew durante su viaje.
Ese día, en el recorrido por los hermosos caminos para ver el atardecer de Matthew y su grupo de amigos, el grupo le contó al guía su deseo de poder ver un jaguar con sus propios ojos. carne y huesos”.
Al grupo le tomó una tarde entera lograr su deseo, que era encontrarse con un jaguar que deambulaba por el camino. No solo eso, el grupo también generó la esperanza de que Ƅe ale cumpliera con sus cuƄs, por lo que decidieron seguirlo y ofrecerlo. Desgraciadamente, sus puños no se encuentran cerca de esta zona. Cuando todos estaban a punto de irse, de repente una hiena estaba bloqueando el camino.
Mirando de cerca, Matthew descubrió que hasta 5 hienas estaban arrinconando a una cebra en una esquina, bloqueándola en todas direcciones para evitar que escapara.
Incluso la cebra parecía aún más lamentable con heridas en sus patas traseras que le hicieron perder su capacidad inherente para huir.
Al presenciar lo que estaba frente a ellos, todos los presentes supieron que ningún milagro podría sucederle a la cebra. Aunque la cebra intentó resistir con todas sus fuerzas, pero ante la abrumadora manada de animales salvajes hambrientos, tuvo que rendirse y aceptar su destino.