Tao, un magnífico Golden Retriever en sus años dorados, ha compartido una vida llena de alegría junto a su devota dueña, Melanie Jackson.
Sin embargo, hace un año, este perro de doce años enfrentó un desafío inesperado: le diagnosticaron glaucoma y perdió trágicamente la vista.
Pero justo cuando las sombras parecían implacables, un pequeño destello de luz entró en el mundo de Tao, iluminando su camino y revitalizando sus ánimos.
Jackson llevó a su amado perro Tao al veterinario hace un año, cuando comenzó a mostrar signos de angustia de repente.
En una noche totalmente inesperada, Tao comenzó a sacudir la cabeza como si estuviera en dolor, y solo unas horas después del inicio del dolor, Tao perdió por completo la visión en uno de sus ojos.
El veterinario diagnosticó a Tao con glaucoma y tuvo que operar para remover el ojo ciego de Tao.
El glaucoma es una enfermedad del ojo en la que el líquido se acumula dentro del ojo. Esta acumulación aumenta la presión ocular, lo que conduce a dolor, enrojecimiento y pérdida de visión.
El glaucoma puede afectar uno o ambos ojos, y en el caso de Tao, desafortunadamente afectó a ambos.
Poco después de que le quitaran el ojo, la presión en el ojo restante de Tao se volvió tan grave que también tuvo que ser removido.
Jackson estaba preocupada por su hermoso chico, pero con la pérdida de sus ojos vino el alivio del dolor, y Tao regresó rápidamente a su estado normal y feliz.
Tao se adaptó a la ceguera con sorprendente facilidad. Solo le tomó unos días aprender a subir las escaleras por sí mismo e incluso pudo pasear sin correa.
Pero a pesar de la rápida recuperación de Tao, Jackson sintió que quería hacer algo extra para mejorar la vida de Tao y hacerlo lo más feliz posible.
Entonces Jackson encontró a Oko, un cachorro Golden de ocho semanas con una personalidad burbujeante y un corazón de oro.
El cachorro irradiaba amor y felicidad, y Jackson sabía que el animado cachorrito era exactamente el tipo de amigo que Tao necesitaba.
Oko se unió a la familia e inmediatamente se enamoró de su nuevo compañero mayor.
Y Tao conectó instantáneamente con la alegre y tierna bolita de pelusa que parecía adorar cada uno de sus movimientos.
Tao y Oko se volvieron inseparables y comenzaron a comer, dormir, jugar y abrazarse juntos.
Era claro que eran perfectos el uno para el otro y se hacían mutuamente extremadamente felices.
Tao podría haber estado bien antes, pero ahora, está absolutamente prosperando.
Ahora que no sentía dolor, se sentía y parecía varios años más joven, y con Oko, realmente podía disfrutar y aprovechar su nueva energía y amor por la vida.
Ahora, Oko se ha convertido en el perro guía personal de Tao; Tao ha aprendido a mantenerse cerca de Oko cuando están afuera y confía en el pequeño cachorro para mantenerlo seguro y en el camino correcto.